La Mejor Venezuela de Leopoldo López



El martes 21 de junio de 2011, durante una mañana bendecida con un cielo luminoso y diáfano, Leopoldo López llegó a la Casa Sindical de la ciudad de San Cristóbal, para presentar ante los tachirenses su proyecto político llamado “La Mejor Venezuela”. Casi por azar tuve la oportunidad de asistir. Escribo estas líneas para trasmitir a quienes me concedan el honor de leer mi blog, la impresión que me causó su planteamiento político. ¿Qué es “La Mejor Venezuela”? Realmente es algo simple; Leopoldo lo resumió en tres palabras: Paz, Bienestar y Progreso. Tan simple es que hace más de cien años un tachirense, Juan Vicente Gómez, acuñó para su gobierno un lema similar: Unión, Paz y Trabajo. Aquí y en China esas tres palabras suenan bien. Ahora bien, ¿cómo piensa Leopoldo que se construye la Paz, el bienestar y el progreso? He ahí el dilema.

En su discurso improvisado, sencillo y breve, utilizando un verbo conciso, que llegaba a cada uno de los presentes para que, por medio de su forma de hablar pausada pero enérgica, sin alaridos histriónicos, todos entendiesen su planteamiento, Leopoldo inició hablando de la seguridad ciudadana. Lo hizo bien, de hecho, era una obligación dado el cuadro de malestar general que enfrenta la Nación en esta materia y que durante esta semana ha tenido protagonismo especial con la revuelta que iniciaron los reclusos de la cárcel del Rodeo. Delincuencia desbordada, narcotráfico por doquier, abusos, corrupción, violación de derechos humanos; hoy día los venezolanos estamos viviendo en un estado de crisis que bien podría definirse como la anarquía social ante la ausencia de un Estado que no se ocupa de la seguridad ciudadana. Leopoldo propone al respecto cuatro iniciativas principales:

1. Máxima atención a los jóvenes: Leopoldo enfatizó el drama que enfrenta nuestra juventud. En Venezuela, estadísticamente, las víctimas y victimarios del delito, del narcotráfico y de la delincuencia en general, son los jóvenes entre 15 y 25 años, predominantemente de las clases más desfavorecidas. Es decir, el futuro de Venezuela, en lugar de estar capacitándose mediante el estudio y la educación para el trabajo, está siendo aniquilado a manos del hampa o, muy lamentablemente, su pudre inmerso en la miseria de nuestras cárceles que Leopoldo describió como “centros de concentración del delito”. ¿Qué hacer? Su propuesta es simple: destinar recursos al fortalecimiento de la educación, los programas de atención de la juventud, una política de fomento del deporte, la cultura y la formación integral de los jóvenes y sobre todo, políticas gubernamentales dirigidas a la creación de empleos sólidos y estables, que ofrezcan posibilidades de crecimiento y autorrealización.

2. Reorganización de los cuerpos policiales: es una realidad de que en Venezuela no se sabe qué es peor: toparse con una banda de maleantes o ser detenido por una alcabala del la policía, la guardia nacional o el ejercito. En las zonas fronterizas se ha hecho evidente que los funcionarios de seguridad del estado prestan apoyo a los grupos armados al margen de la ley. Muchos de los secuestros, robos y extorsiones perpetrados por los maleantes, son orquestados en complot con autoridades de los diversos cuerpos de seguridad. ¿Qué hacer? Igualmente simple: destinar recursos a la capacitación óptima de los funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado. Elevar los salarios de quienes ejercen la labor imprescindible de resguardar los ciudadanos y garantizar la paz en la sociedad venezolana. Funcionarios con formación mediocre y con salarios miserables, están propensos a corromperse y actuar al margen de la ley. Por el contrario, una formación académica de altura y salarios justos que ofrezcan un futuro promisorio, son la mejor garantía de que nuestros cuerpos policiales cumplirán su función vital de velar por el respecto y el cumplimiento de la ley.

3. Enfrentar la impunidad del sistema judicial: esto sí que es algo complejo. Jueces, fiscales y demás funcionarios de nuestro sistema judicial han llegado a tal grado de corrupción, clientelismo y sectarismo, que más de una vez hemos sido testigos de sentencias que premian al victimario y condenan a las víctimas; expropiaciones arbitrarias, inhabilitaciones políticas sin fundamentos, privaciones de libertad premeditadas y alevosas y pare usted de contar. ¿Cuántos presos hay por el caso PDVAL? ¿Qué pasó con el maletín de Antonini? ¿Franklin Brito se murió y qué pasó? Sobran los ejemplos de que en Venezuela la justicia sirve a una parcialidad política. ¿Qué hacer? Pues allí toca reformar el sistema desde los cimientos. Allí toca un cambio de gobierno para realizar un cambio de filosofía de la justicia; toca que los funcionarios del futuro sean aquellos que sepan que la justicia es ciega porque no debe hacer distinción de sexo, raza, religión, entre otras; y no ciega porque se hace de la vista gorda para saciar los caprichos del caudillo de turno.

4. Modernización del Sistema Carcelario: en esta materia resulta más que evidente la solución. Según palabras del mismo Leopoldo, en Venezuela “tenemos la misma infraestructura carcelaria de hace 30 o 40 años”. Necesitamos construir nuevas cárceles que en realidad sean centros de reforma de la conducta de la persona privada de libertad, y no “Universidades del delito”, tal y como sucede en la actualidad. De hecho, las cárceles de “La Mejor Venezuela” deben ser lo más próximas a una universidad. ¿Por qué? Porque hay que rescatar a la persona que delinque y ofrecerle una formación académica y de trabajo que le garantice una reinserción productiva a la sociedad. ¿Qué se requiere? Se requiere una nueva administración completamente opuesta a las mafias que hoy día dirigen nuestro sistema carcelario, y un gobierno para el cual sea una prioridad política y humana la custodia de los ciudadanos a quienes se les ha privado su libertad.

Así inicio su alocución Leopoldo López aquel día. El resto de su discurso transcurrió sobre una breve reseña de las principales problemáticas de los venezolanos. Habló sobre la importancia de la eliminación de la pobreza crítica mediante la reactivación de la economía nacional y por ende la creación de empleos. Habló de la utilización de la industria petrolera como “una palanca para impulsar el progreso”. Habló de la importancia de incrementar la explotación petrolera, de la cual, según cálculos simples, actualmente dejamos de percibir 70 millones de dólares diarios. Habló de la importancia de utilizar esos recursos de la renta petrolera para “diversificar nuestra economía” e “insistir en que una política social para superar la pobreza requiere salud y educación de calidad”.

Leopoldo habló sobre la responsabilidad del Estado de enfocarse en crear programas que fortalezcan la economía nacional, que mejoren la calidad de nuestra educación y salud, de la recuperación del sector agrícola y pecuario mediante programas serios de capacitación y financiamiento a los productores primarios y la construcción de obras de envergadura que auspicien la modernización del Estado venezolano.

En fin, seré honesto con ustedes; Leopoldo no dijo una cosa de otro mundo. Como he dicho, su discurso fue breve y simple, y de hecho, cualquier otro político hubiese dicho lo mismo, quizá con mayor o menor carisma con que él lo dijo. Pero seamos realistas, si a mí me pidiesen pronunciar un discurso de ese tipo, estoy convencido que diría las misma cosas que Leopoldo dijo, por el simple hecho de que la problemática venezolana es tan evidente que la solución se hace obvia. Leopoldo mismo lo dijo: “Muchos dirán: pero eso es obvio; si, es obvio, pero eso no es lo que pasa en nuestro país, no es lo que está ocurriendo en Venezuela”. Se hace evidente que el problema es una falta de voluntad política para resolver los problemas, aunque suene redundante. ¿Qué quiere decir eso? Simple, los revolucionarios “chavistas” tienen una capacidad extraordinaria para prometer y promover pamplinadas que en muchos casos suenan muy lindas, muy útiles y muy llenas de justicia; pero su gran mayoría es políticamente incapaz de encontrar soluciones a los problemas más simples de Venezuela. Los ejemplos son tantos y tan variados que es innecesario enunciarlos. Situaciones como que el gobierno no haya sido capaz de activar si quiera la producción de caraotas en el país es una muestra de su incompetencia y su falta de voluntad política. En fin nos enfrentamos a un gobierno pusilánime, mediocre, corrupto y lo más grave: pendejo. ¿Por qué digo eso último? Bueno, es que este gobierno no tiene la menor idea de cómo resolver los problemas. En Venezuela estamos haciendo todo lo opuesto a lo que deberíamos hacer para marchar por el camino de la paz, el bienestar y el progreso; y por ello la solución se hace evidente: primero cambiar de gobernantes para luego poder cambiar la filosofía de gobierno actual; luego, solo queda comenzar a gobernar con algo tan simple pero tan escaso en estos días como lo es la “lógica”.

Bien, estamos de acuerdo: cambiar de gobierno y gobernar con lógica. ¿Suena simple, no? Lo es. Tenemos recursos económicos y talento humanos para lograrlo. Ahora bien, ¿algo que suena así de simple pudiese hacerlo cualquiera de los políticos de oposición? Pudiese ser, pero yo particularmente me inclino a pensar que de todos aquellos políticos que piensan similar, que dicen las mismas cosas y que parecieran estar claros en qué se debe hacer en la Venezuela post Chávez, Leopoldo es, bajo mi criterio, aquel con mayores probabilidades de éxito. ¿Por qué? Simple también: es joven (tiene apenas 40 años), tiene una excelente formación universitaria (ojo, no por haber estudiado en USA sino porque su formación es la propia de un buen gerente), es evidente que no tiene la necesidad de robar, es centrado, parcial, pluralista. La acción de su partido político “Voluntad Popular” es una muestra de cómo podría ser su gobierno: un gobierno desde las bases, organizado en las redes, utilizando el talento humano de nuestra juventud (VP es un partido predominantemente joven) para resolver las problemáticas de las comunidades. Ha sabido utilizar los medios tecnológicos a su favor dotando a su partido de una plataforma multimedia que ha dado un giro completo a la forma en que se hace política en Venezuela. Leopoldo tiene ideas claras y la posibilidad de ganar el apoyo de muchas facciones políticas. De no estar inhabilitado sería el candidato ideal pero por sobre todas las cosas yo me convencí de que Leopoldo es una excelente opción porque a leguas se ve que es alguien inteligente, y un persona con ese tipo de inteligencia nunca en la vida arriesgaría la oportunidad de que, en el supuesto que resultase siendo el presidente de Venezuela luego que Chávez, se diese el tupé de poner la gran torta en su gestión, puesto que pasaría a la historia venezolana como el bufón más grande de nuestra política y el culpable de que Chávez regresase al poder en unas elecciones futuras. Yo estoy convencido que Leopoldo dará lo mejor de sí y creo que tiene todo el potencial para asegurarse una gestión exitosa.

Por último quiero advertir lo siguiente: el éxito de Leopoldo durante un posible gobierno dependerá principalmente de quienes lleguen con él hacia la nueva dirigencia política del país. Por ello, extiendo estas líneas a la gente de su partido “Voluntad Popular”. Así como él lo dijo: “La mejor Venezuela comienza con la convicción de que podemos ser mejores como venezolanos. La mejor Venezuela necesita mejores venezolanos”. He allí el sentido de este análisis:

El éxito de Leopoldo dependerá de que ustedes (los militantes de su partido) se formen integralmente y logren desprenderse de esa forma mediocre de hacer política de antaño, y entiendan que los problemas de Venezuela se superaran en la medida en que nuestros políticos de la nueva era sepan utilizar el conocimiento, la ciencia y la tecnología para enfrentar las vicisitudes de un país llevado a las ruinas por culpa de la ignorancia, la estupidez y el vicio.

¡Adelante Venezuela! ¡Si se puede! Pero recuerden compañeros, formación, estudio, disciplina y capacitación. Nada de politiquería populista de megáfonos y promesas. El político del futuro deberá analizar sistemáticamente las causas y consecuencias de nuestros problemas sociales, y mediante la discusión, el debate y la aplicación de la ciencia (en toda la dimensión de su contenido), deberá proponer soluciones realistas y efectivas, y ha de hacer de aquellas propuestas su programa político con las que buscará el voto de sus conciudadanos.

Ing. Pedro León.

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